Amigas y amigos, es común desear que nuestra mente deje de bombardearnos con pensamientos, sobre todo en momentos de estrés o incomodidad. Sin embargo, pedirle a la mente que se “ponga en blanco” es como pedirle a tu corazón que deje de latir o a tus pulmones que dejen de cumplir su función: permitir la respiración, es decir, obtener oxígeno del aire y eliminar dióxido de carbono del cuerpo.
Aunque no lo quieras reconocer, pensar es el trabajo de la mente, y entender esto es clave para aprender a usar su energía a tu favor.
La mente: tu centro de comando
Sin ánimos de profundizar demasiado en esto, ya que no soy profesional de la salud mental, pero como ser humano, me siento con toda la autoridad para expresarme de la forma en que lo hago aquí, basándome en todo lo que he aprendido en mi viaje por el mundo, así como en mis estudios e investigaciones, tanto autodidactas como empíricos. Y quién mejor para hablarte de esto que alguien que sabe lo que se siente cuando, en carne propia y día tras día, se esfuerza por sobreponerse. Ya sabes, soy una preguntona empedernida.
Lo que he podido aprender es que la mente es como el centro de operaciones de nuestra vida. Es el lugar donde se gestan todos nuestros pensamientos, emociones, recuerdos y percepciones. Es esa parte de nosotros que nos permite reflexionar, tomar decisiones, imaginar lo que podría ser y experimentar el mundo, tanto interno como externo.
Aunque muchos la asocian con el cerebro, la mente no es solo una cuestión física. Es mucho más que eso. Es la forma en que interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor, cómo sentimos las cosas y cómo reaccionamos ante ellas. A veces está clara y consciente, pero otras veces funciona en el fondo, en nuestro subconsciente, influyendo en nosotros sin que lo notemos.
Desde una perspectiva espiritual, la mente es vista como un vehículo para la autoexploración y la conexión con algo más grande que uno mismo, pero también como un lugar donde el ego y las ilusiones pueden mantenernos atrapados, impidiendo que vivamos plenamente desde nuestro ser más auténtico.
Dejar que la mente funcione sin dirección puede llevarnos a pensamientos intrusivos que afectan nuestras emociones y acciones. Mo Gawdat, en su libro Solve for Happy, explica que, aunque no podemos controlar cada pensamiento que surge, sí podemos decidir cómo responder a ellos y entrenar a nuestra mente para que trabaje a nuestro favor.
Mi experiencia personal: Enfrentando la muerte
Si me lo permites, quiero compartir un poquito más de mi experiencia personal y cómo mi mente intenta protegerme de algo que realmente no me queda claro. A veces, me da la impresión de que se comporta de manera exagerada.
Mi padre falleció en 2009 de un infarto fulminante, apenas un año después de que yo iniciara la universidad. Ese mismo año también murió mi abuela materna, Florencia, mi única abuela de sangre viva. Al año siguiente, a mi madre se le pinchó una vena (Cuando una vena varicosa se revienta, se llama varicorragia) que, tras muchas complicaciones, terminó en la amputación de su pierna izquierda. En 2013, mi madre falleció después de una segunda amputación. La diabetes hizo estragos en su cuerpo.
No estuve presente en su muerte porque me encontraba viviendo y estudiando en España. Nunca sentí que el pasado o las experiencias de salud de mis padres me causaran dolor, incomodidad o culpa. Yo simplemente me ocupada de darles la mejor calidad de vida y todo el amor que ellos me enseñaron a ofrece. En realidad soy de poco preocuparme, suelo ocuparme, especialmente si son cosas que puedo mejorar. Nuestra relación era tan íntima y bonita que nunca me sentí atacada por la idea de su muerte. Cuando nací, ellos ya tenían problemas de salud. Bajo ninguna circunstancia pienso que me trajeron al mundo para sufrir. De hecho, soy melliza, nací fuerte y saludable, pero mi mellizo no lo logró.
Con el tiempo, comencé a prestar más atención a mi forma de vivir, relacionarme y alimentarme, ya sabes, esas cosas que están comprobadas que nos ayudan a vivir mejor. Me dije a mí misma: Mi misma, tienes antecedentes de hipertensión, diabetes y otras ‘especias aromáticas’. Si no te cuidas, no esperes recibir flores.” Desde entonces, siempre hablo de comer lo más saludable posible, hacer actividad física y cuidar el jardín de mi mente. Te estoy hablando de hace más de 10 años.
Hoy en día, sé cosas más complejas y hasta puedo pasar dos horas haciendo nada, con los ojos cerrados, ordenando mis pensamientos. A nivel emocional, sentía que estaba muy estable. Logré crecer profesionalmente como una campeona y siempre he dicho que todo lo que me propongo, lo logro.
- ¿Quiero bajar de peso? Lo logro.
- ¿Quiero dejar de comer carne? Lo logré.
- ¿Quiero una hermosa relación de pareja? Lo logré.
- ¿Quiero viajar por el mundo? Aquí estoy, con más de 60 países visitados desde diciembre de 2021.
Sin embargo, en los últimos dos años me he dedicado a redirigir mi mente tras enfrentar una gran pérdida personal. Mi hermana menor, con quien crecí, falleció a los 30 años. El cáncer hizo lo que quiso con ella y en condiciones inhumanas.
Cuando cierro los ojos, recuerdo a Elis tan hermosa, tan vulnerable, tan sufrida y silenciosa. También tuvo un pasado digno de admirar. Su madre no pudo cuidar de ella por razones que no vienen al caso en estas líneas, pero mis padres la acogieron como mi hermanita pequeña. La primera vez que la vi, tenía unos ojos azules hermosos; apenas había nacido y ya gateaba. De inmediato supe que tenía una muñeca para jugar. Nos vestían igual, compartíamos los mismos utensilios, y el amor de mis padres era tan grande que la arropaban con todo su ser.
No se imaginan cómo sufrió cuando mami y papi murieron. Estoy casi segura de que toda su enfermedad tuvo mucho que ver con cómo ella decidió vivir su vida una vez que ni papi ni mami estaban ahí para cuidarla. Y, obviamente, yo ya estaba fuera de la ecuación familiar, por elección propia.
Era dejarme llevar por el entorno tóxico remanente o morir en él. Ahora me encuentro en Bali escribiendo esto. Es evidente que logré salir a tiempo del maltrato.
Repito: mis padres no me trajeron al mundo ni me amaron tanto para que yo soportara el maltrato de otras personas.
Para la fecha que se le diagnostico la metástasis, se juntaron su enfermedad, mi matrimonio, mi viaje por el mundo, trabajos pendientes, los recursos, el estrés y la miseria emocional de un entorno que no supo manejar la situación. Su diagnóstico era irreversible; la enfermedad hizo metástasis en todos sus órganos vitales. Para mí, fue demasiado. Creí que podría con todo y más adelante exploté.
Aprovecho esta oportunidad para dar gracias por todas mis amigas y amigos que no me dejaron sola, y especialmente a mi esposo, quien se comportó como si se tratara de su propia hermana. Increíblemente, solo tienen que imaginar a Chris en una pasolita buscando sangre para transfundirla. Gracias a Dios habla español y logró hacerse entender con precisión y diligencia.
Bueno gente, a partir de ahí, comencé a perderme por dentro. Perdí la concentración, no tenía control sobre mi sistema nervioso, todo me asustaba, lloraba por todo, nada me emocionaba, y el sueño me abandonó. Mis proyectos quedaron incompletos. En julio de 2022, la última vez que la vi, ya yo tenía síntomas como palpitaciones, sudoración y taquicardias.
En octubre, el pánico me llevó a emergencias. Me hicieron chequeos, pero no encontraron nada. Un doctor me miró a los ojos y me dijo: “Margarita, no tienes nada. Busca ayuda psicológica urgente o arruinarás tu vida.” Eso me asustó más.
Prefería tener algo físico de verdad, que lidiar con esa cosa. La ansiedad llegó a mi vida como si tuviera todo y nada a la vez.
Llegué a pensar en morir. Pero esa no era mi muerta, así que no la recibo.
Con el tiempo, fui mejorando y entendí que no quería morir. Busqué ayuda y comencé a reconstruirme. Mi hermana falleció el 13 de enero de 2023, mientras yo estaba en África. Ya estaba tomando terapia, pero fue mucho con demasiado.
Algunos alzaron su voz para atacarme de que no estuviera en República Dominicana para su fallecimiento, como tampoco lo estuve para el de mi madre. Con el tiempo se retractaron de dejarse llevar por lo que su mente sin ellos saber les estaba diciendo. Y yo, ni nada hice, cada cosa se colocó en su lugar. Yo tenía otras cosas más bonitas en qué invertir mi energía en ese momento.
Yo misma
Nunca podrás impedir que otros te ataquen o critiquen, pero si cedes ante sus intenciones, habrán logrado lo que querían: debilitarte.
Mi mejor forma de ayudar es no hacer daño, especialmente físico ni emocional.
Desde entonces, la hipocondría se convirtió en una constante, con pensamientos de enfermedades que nunca llegaron. Mi mente, en su intento de protegerme, genera alertas constantes. Aprendí a distinguir entre preocupaciones productivas e innecesarias. Ahora, día a día, y como más fuerza que antes, me enfoco en cuidar mi salud física, emocional y espiritual, y he encontrado nuevas formas de reconciliarme con mi mente. #aquilaquemandasoyyo
Comprender que el miedo de mi mente es una reacción normal me ha permitido avanzar con compasión hacia mí misma. Como humanos, nuestros pensamientos no siempre son nuestros aliados, pero con trabajo y paciencia, podemos construir una relación más saludable con ellos.
Dicen que esos síntomas no se quitan, que uno aprende a manejarlos. A lo mejor es verdad. Apenas la semana pasada tuve una tanda que incluía mareos y un dolor fuerrrrrte en el pecho. Pero resulta que ya he pasado por esto decenas de veces. Y, como siempre, eso también pasará.
Interesantemente, he empezado a leer el libro Este dolor no es mío de Mark Wolynn, y caramba, creo que estoy más cerca del fin de todos estos síntomas irracionales. Ojo, no quiero que desaparezcan de la nada, sino aprender más y más sobre cómo reaccionar ante ellos sin caerme de lado.
Redirige tu mente hacia tu bienestar
No les diré que tienen que venir a Indonesia o a la India para encontrarse de nuevo; si pueden hacerlo, vengan, pero si no pueden, hagan lo que puedan desde donde se encuentren. No dejen que pase el tiempo, se los advierto.
Tampoco quiero que se metan en corrientes como yoga y empiecen a estudiar la conexión entre la mente y el cuerpo. Tranquilos, no tienen que aprender a hacer Bhujapidasana para sentirse bien, ni mucho menos hacer un árbol genealógico. Pero, si se atreven, ocuparán su mente en algo realmente potente.
Mientras tanto, ¿qué puedes hacer?
- Acepta el flujo natural de tus pensamientos
Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora, sostiene que entender que no somos nuestros pensamientos nos ayuda a observarlos sin identificarnos con ellos. Esta separación nos permite actuar con claridad y sin reacciones automáticas. - Enfócate en el presente
Jon Kabat-Zinn, creador del programa de Reducción del Estrés Basado en Mindfulness, explica que la práctica de la atención plena puede ayudarnos a reducir el ruido mental y a observar los pensamientos sin dejar que dominen nuestras emociones. - Reestructura tus patrones mentales
Un estudio publicado en Psychological Science respalda que prácticas como la escritura reflexiva y la visualización positiva pueden reemplazar patrones de pensamiento negativo con hábitos más útiles y productivos.
Herramientas poderosas para manejar tu mente
- Meditación Guiada
Apps como Calm y Headspace te ayudan a practicar la meditación. Gente, Youtube tiene de todo.
Investigaciones de la Universidad de Harvard han demostrado que 8 semanas de meditación pueden reducir la actividad en la amígdala, lo que disminuye el estrés y mejora el autocontrol.
- Journaling o escritura reflexiva
Escribir tus pensamientos en un diario organiza tu mente y reduce la ansiedad. Según el psicólogo James Pennebaker, esta práctica ayuda a liberar tensiones emocionales y mejora el bienestar general. - Regla de los 5 segundos de Mel Robbins
Contar regresivamente desde 5 antes de tomar acción interrumpe patrones de procrastinación y ayuda a enfrentar pensamientos negativos.
Buenas y malas noticias
Tu mente no dejará de pensar, pero puedes aprender a canalizar su energía y dirigirla hacia un propósito positivo. Acepta su funcionamiento, entrénala, y deja que sea tu compañera en lugar de un obstáculo.
En cuanto a mí, no siempre consigo lo que quiero, pero eso no significa que esté sufriendo ni que la vida sea miserable.
Me gusta lo que hago. 👯♀✈🏖🍛😁☺
No vivo en un estado constante de éxtasis, pero tampoco me la paso sufriendo.
La felicidad es aleatoria e impermanente.
Y al igual que estas líneas, todo llega a su fin.