Dicen por ahí que la vida es una serie de elecciones, y en cada interacción que tenemos con los demás, enseñamos algo sobre quiénes somos y cómo queremos ser tratados. Puede sonar contradictorio, pero lo creo firmemente: las personas nos tratan de la manera en que nosotros mismos permitimos que nos traten.
Te lo dice alguien que ha tenido la oportunidad de conocer más de 60 diferentes culturas por el mundo.
También es cierto que, muchas veces, las personas intentan tratarnos no exactamente como sabemos que merecemos, sino de acuerdo a sus propias limitaciones y a su forma de ver la vida y a los demás. Si alguien no sabe lo que significa tratar a los demás con respeto, es probable que ni siquiera tenga la mínima idea de cómo hacerlo.
Créeme, hay personas que no se aman ni se respetan a sí mismas. Ahora imagínate cómo podrían amar o respetar a los demás. Nadie puede dar genuinamente lo que no tiene.
¿Cómo Enseñamos a los Demás a Tratarnos?
Imagina una relación en la que alguien habla de forma despectiva o minimiza tus logros. La primera vez que ocurre, puedes decidir ignorarlo, pensando que no vale la pena el conflicto. Sin darte cuenta, tu silencio o pasividad refuerza ese comportamiento. La otra persona aprende que ese trato es aceptable contigo.
Este patrón no solo ocurre en relaciones personales; también es común en el trabajo, la familia y las amistades. Si aceptamos comentarios hirientes, desconsideración o incluso indiferencia sin marcar límites, estamos comunicando que ese comportamiento es permitido.
La Responsabilidad de Poner Límites
Aceptar un trato que no está alineado con tus valores o expectativas es, en última instancia, una decisión personal. Sí, todos queremos que los demás nos traten con respeto, amor y consideración, pero la pregunta es: ¿estamos dispuestos a exigirlo? En la mayoría de los casos lo que va viene.
Poner límites no es fácil. Puede causar incomodidad, confrontaciones o incluso pérdida de algunas relaciones. Pero es un acto de amor propio. Al establecer límites claros, estamos diciendo:
- “Esto es lo que merezco.”
- “Esto es lo que no acepto.”
- “Así es como quiero ser tratado.”
En la mayoría de los casos, las personas suelen ser racionales y comprensivas. Puede que alguien haya dicho o hecho algo que no se alinee con tus valores, pero tan pronto como eso te incomoda, lo ideal es expresar cómo te hizo sentir esa situación. Esto abre la puerta para buscar juntos formas de mejorar o incluso indagar si, por desconocimiento, pudiste haber cometido algún error. Si tienes suerte, pueden llegar a muy buenos acuerdos y fortalecer la relación.
Sin embargo, si ocurre lo contrario, como dicen en mi país: “Cruz y raya.” No te alejas porque no aprecies a la persona, sino porque tu paz mental nunca debería ser negociable. Eres tu mayor prioridad.
La Contradicción Aparente
Puede parecer contradictorio porque la responsabilidad de cómo nos tratan parece recaer en los demás, ¿cierto? Después de todo, no controlamos las acciones de los demás. Sin embargo, sí controlamos cómo reaccionamos ante ellas.
Al aceptar lo inaceptable, perpetuamos comportamientos que no nos hacen bien. Pero cuando nos plantamos firmes, enseñamos a los demás, por así decirlo, a adaptarse a nuestros estándares.
El Poder del Autoconocimiento
Para enseñar a otros cómo tratarnos, primero debemos tener claro cómo queremos ser tratados. Esto implica:
- Conocer tus valores. ¿Qué es importante para ti? Respeto, honestidad, empatía.
- Identificar lo que no toleras. ¿Cuáles son los comportamientos que cruzan tus límites?
- Comunicar tus expectativas. Habla con claridad y asertividad cuando alguien cruce esos límites.
¿Un ejemplo?
Clara, una amiga cercana, solía quejarse de cómo sus compañeros de trabajo la sobrecargaban con tareas. Ella aceptaba cada solicitud con una sonrisa, incluso cuando no podía más. Pero un día, se dio cuenta de que no eran ellos el problema; era ella misma.
Clara empezó a decir “no” de manera educada pero firme. Al principio, algunos se sorprendieron. Pero con el tiempo, sus colegas aprendieron a respetar sus límites y a distribuir las tareas de manera más equitativa.
Y tú dirás: “Ella tuvo suerte, conmigo ni en sueños pasa así.” Si piensas de esta manera, es una señal de que tienes un largo trabajo personal por delante.
Ojo: no se trata de hablar mal de nadie ni de quejarte constantemente al respecto. Se trata de observar patrones de comportamiento —tanto en los demás como en ti mismo— y, poco a poco, tomar las medidas que consideres necesarias para alinear tu entorno con tus valores y bienestar.
¿Qué Puedes Hacer Hoy?
- Reflexiona sobre tus relaciones actuales. ¿Hay comportamientos que has tolerado pero que no están alineados con lo que valoras?
- Habla con claridad. No es necesario ser agresivo; simplemente expresa tus necesidades de forma asertiva.
- Sé consistente. Si cedes a tus propios límites, envías un mensaje contradictorio.
El Resultado
Cuando tomas responsabilidad por cómo permites que te traten, transformas tus relaciones. Tal vez pierdas algunas personas en el camino, pero las que permanezcan estarán alineadas con tus valores y te tratarán como mereces.
Recuerda: no puedes controlar a los demás, pero puedes controlar lo que aceptas. Y eso lo cambia todo.
Margarita
Hotelera, facilitadora, emprendedora y nómada digitalMi objetivo principal es apoyarte a lograr la mejor versión de ti y llevarte a donde quieras llegar.
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