Cuando la Ansiedad se Convierte en Maestra: Mi Experiencia con la Terapia

¿Te imaginas vivir con una presión constante, como si algo malo fuera a suceder, sin poder detener esos pensamientos intrusivos que no te dejan en paz?
¿Te imaginas querer rendirte, aunque no entiendas bien por qué?

Esa era mi realidad. No como un episodio aislado, sino como una experiencia diaria que me consumía lentamente. Hoy quiero contarte mi experiencia en terapia psicológica, cómo llegué ahí, lo que aprendí y cómo fue ese proceso de reencontrarme conmigo misma.


Cómo llegué a la terapia

Soy nómada digital y viajera a tiempo completo, así que acudir a un consultorio presencial no encajaba con mi estilo de vida. Por eso elegí la modalidad virtual.

Fue después de meses lidiando con pensamientos intrusivos, pánico, taquicardia, apatía y pérdida de interés en cosas que antes me apasionaban. Incluso abrir la computadora y escribir algo se sentía como una tarea imposible.

Los primeros síntomas físicos fueron claros: falta de sueño, desconexión del presente y una presión interna constante. En ese momento estaba en Europa, lidiando con una situación familiar muy fuerte: dejar atrás a mi hermana menor enferma de cáncer. Una pena tan profunda que sentí que moría con ella.

Con el tiempo, los síntomas se intensificaron: punzadas en el pecho, taquicardias, miedo constante. Los médicos me repetían que estaba bien, hasta que uno me dijo:

“Tú estás bien, no tienes nada. Cuida esa ansiedad hasta que arruine tu vida”.

Ese fue mi punto de inflexión: decidí buscar ayuda. Encontré a Veru y comencé mi proceso.


Lo que descubrí sobre la terapia

Si no me equivoco, pagué alrededor de 100 dólares por unas seis sesiones. No recuerdo con total precisión, pero sí sé lo que obtuve: herramientas prácticas para entenderme mejor.

No fue que la ansiedad desapareciera, sino que aprendí a identificar sus síntomas y actuar en consecuencia. Y, para ser honesta, muchas veces lo más sano fue rendirme a lo que sentía: dolor, impotencia, frustración y ganas de desaparecer.

Lo que quiero que entiendas es que los psicólogos no te quitan la ansiedad ni la depresión. Lo que hacen es darte herramientas para que, con tu propio esfuerzo, encuentres la luz en el camino. No esperes que funcione si no haces las tareas asignadas: la terapia requiere disciplina y compromiso.


Qué esperar de una sesión

La terapia es ordenar el caos mental. Requiere confianza, apertura y creer en el proceso. No es magia: es trabajo consciente para reconfigurar pensamientos, reconocer expectativas y ver la realidad desde otra perspectiva.

En mi caso, el diagnóstico fue claro: tristeza, identificación con un dolor ajeno, falsas expectativas y un rol de “salvadora” que me estaba consumiendo.


Lo que aprendí

Durante el proceso descubrí aprendizajes que quiero compartir:

  • Asumir el rol que me corresponde, sin querer cambiar a los demás.
  • Reconocer que los consejos solo deben darse cuando son solicitados. Dar consejos no pedidos puede ponernos en un papel que no siempre es bien recibido.
  • Ayudar desde el corazón, no desde la obligación.
  • Permitirme rendirme cuando era necesario.

La terapia me ayudó a darle rumbo a mi situación sin perder mi dignidad.


Un mensaje final

La salud mental no es un destino, es un viaje. Y como todo viaje, no siempre es fácil, pero sí profundamente transformador. Lo más importante que aprendí es que no se trata de borrar la ansiedad o la tristeza, sino de aprender a convivir con ellas, reconocerlas y responder desde un lugar más consciente y compasivo.

Si estás pasando por algo similar, recuerda: pedir ayuda no es debilidad, es valentía. El primer paso es reconocer que necesitas cuidarte.

La terapia no es magia: es disciplina, compromiso y amor propio.

Acualización Octubre 2025

A la fecha que escribí este blog post, no estaba tan metida con la disciplina del yoga. A decir verdad, cuando entré al yoga, meditación y pranayama ya estaba bastante avanzada en autoconocimiento. Qué suerte la mía. Gracias a Dios todo ha sido un proceso que puedo escribir con mucho amor y autocompasión.

Leave a Comment

Your email address will not be published.